Fumigar bien o pagar el precio: 12 errores críticos en cultivos y cómo evitarlos (dosis, horarios y resistencia)
Guía práctica para evitar fallas en fumigación agrícola: dosis, horarios, clima, calidad de agua, deriva, calibración, resistencia y seguridad. Incluye checklist aplicable en campo.
La fumigación en agricultura no admite improvisaciones. Una dosis mal calculada, un horario inapropiado o una mala elección de boquillas pueden convertir una aplicación costosa en un resultado mediocre —o peor aún— favorecer la resistencia de las plagas, enfermedades y malezas. Esta nota describe, con enfoque técnico y lenguaje claro, 12 errores frecuentes en pulverizaciones y cómo corregirlos paso a paso, desde la preparación del caldo hasta la verificación de eficacia en campo. El objetivo: más control por cada dólar invertido, menos impactos no deseados y un programa fitosanitario sostenible, alineado con las buenas prácticas y con los mercados más exigentes.
1) Dosis inadecuadas (por exceso o por defecto)
El error: aplicar “a ojo” o copiar dosis ajenas sin considerar formulación, plaga objetivo, fenología y volumen por hectárea. La subdosificación no controla y acelera resistencia; la sobredosificación encarece, puede fitotoxicarse y no garantiza mejor resultado.
Cómo evitarlo:
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Calcule siempre en unidad de superficie (L/ha, kg/ha) según etiqueta técnica.
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Ajuste la dosis al volumen final que realmente entrega su equipo y a la cobertura buscada (producto de contacto vs. sistémico).
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Revise compatibilidades y, si usa mezclas, verifique que cada activo mantenga concentración efectiva.
2) Horarios incorrectos de aplicación
El error: pulverizar a pleno sol, con temperaturas altas y humedad relativa baja, o durante inversiones térmicas al anochecer que aumentan deriva y evitan el depósito.
Cómo evitarlo:
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Priorice primeras horas de la mañana o últimas de la tarde, con HR > 50% y T° moderada.
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Evite vientos > 15–20 km/h y condiciones de inversión (aire quieto, humo que no asciende).
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En plagas nocturnas o enfermedades específicas, alinear el horario con la biología del objetivo mejora el impacto.
3) Calibración deficiente de la pulverizadora
El error: no medir lo que realmente se aplica. Boquillas desparejas, presión incorrecta y velocidad mal elegida generan zonas subdosificadas y otras sobredosificadas.
Cómo evitarlo:
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Calibre con prueba de campo: mida caudal por boquilla, velocidad real (GPS), ancho de labor y verifique el volumen/ha.
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Reemplace boquillas con >10% de desviación de caudal respecto al nominal.
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Mantenga la altura de botalón y el solape recomendados por el fabricante para el patrón de pulverización.
4) Elegir mal el tamaño de gota y la boquilla
El error: usar siempre la misma boquilla. Gotas finas derivan; gotas muy gruesas no cubren.
Cómo evitarlo:
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Para productos de contacto (fungicidas protectores, insecticidas de poco movimiento), busque cobertura: espectros fino–medio (p. ej., 200–350 µm).
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Para sistémicos/translaminares, privilegie reducción de deriva: espectros medio–grueso (p. ej., 300–500 µm).
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Use boquillas antideriva cuando el entorno lo exija y ajuste presión para mantener el rango de gota deseado.
5) Ignorar la calidad del agua (pH y dureza)
El error: preparar el caldo con agua muy dura (Ca/Mg) o pH inadecuado que inactiva ingredientes (ej.: quelación de ciertos herbicidas, hidrólisis alcalina de insecticidas).
Cómo evitarlo:
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Analice agua periódicamente (pH, dureza).
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Corrija con acondicionadores/buffer antes de ingresar el activo.
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Mantenga agitación y respete el orden de carga (ver punto 6).
6) Mezclas en tanque sin compatibilidad comprobada
El error: mezclar “todo con todo” genera precipitados, cortes de emulsión o disminuye eficacia.
Cómo evitarlo:
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Siga el orden W-A-L-E-S (Water, Agitator, Liquids, Emulsifiables, Suspensions) o el recomendado por etiqueta.
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Haga prueba de jarra cuando combine formulaciones nuevas o múltiples adyuvantes.
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Evite sobreadyuvantar: más no siempre es mejor; elija el tipo de coadyuvante según necesidad (penetrante, antievaporante, tensioactivo, corrector de pH).
7) No respetar la ventana climática
El error: aplicar antes de lluvia inmediata (lavado), con rocío excesivo (escurrimiento) o en sequedad extrema (evaporación).
Cómo evitarlo:
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Revise pronóstico y asegure tiempo de secado según etiqueta.
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Ajuste volumen/ha para cubrir sin goteo.
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En calor y viento, prefiera gotas más grandes y coadyuvantes antievaporantes compatibles.
8) Deriva hacia cultivos sensibles, colmenas o cursos de agua
El error: pulverizar sin cortinas, sin respetar franjas de seguridad ni comunicar a apicultores vecinos.
Cómo evitarlo:
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Use boquillas antideriva, reduzca altura del botalón y mantenga velocidad razonable.
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Establezca perímetros de exclusión y evite aplicar durante floración donde entren abejas; si no hay alternativa, coordine horarios y elija moléculas menos peligrosas para polinizadores.
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Mantenga buffers frente a cursos de agua y zonas urbanas.
9) Repetir modos de acción y fomentar resistencia
El error: calendarizar con la misma molécula o grupo MOA (IRAC/FRAC/HRAC) campaña tras campaña.
Cómo evitarlo:
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Rotar modos de acción entre aplicaciones y campañas.
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Combinar biológicos y prácticas culturales para bajar presión (monitoreo, umbrales, eliminación de refugios, fecha/densidad de siembra).
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Aplicar en el momento correcto y con dosis plena evita “sobrevivientes seleccionados”.
10) Desconocer el estado fenológico del cultivo y la plaga
El error: tratar demasiado temprano o tarde. En vegetativo, un daño puede ser tolerable; en reproductivo, el mismo nivel es crítico.
Cómo evitarlo:
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Decidir con umbrales económicos por etapa (V vs. R; macollaje vs. espigazón, etc.).
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Alinear el momento de impacto del producto (protector, erradicante, translaminar) con el ciclo del patógeno o insecto.
11) Seguridad, carencias y reingreso subestimados
El error: ignorar PPE (equipo de protección personal), intervalos de reingreso (REI) o carencias (PHI) y terminar con riesgos laborales o residuos fuera de norma.
Cómo evitarlo:
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Cumpla etiquetas y hojas de seguridad.
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Señalice lotes tratados, controle envases vacíos y gestione su disposición según normativa.
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Registre cada aplicación (producto, lote, dosis, clima, operario).
12) Falta de verificación de eficacia
El error: no medir resultados; se repiten errores por falta de datos.
Cómo evitarlo:
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Defina testigos internos y haga monitoreo posaplicación (24–72 h, y a 7 días según producto).
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Si falló, analice causas: ¿cobertura? ¿agua? ¿fenología? ¿resistencia? Ajuste el plan, no repita la receta.
Checklist operativo (para imprimir y llevar al lote)
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Diagnóstico correcto (plaga/enfermedad, estadio, distribución).
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Umbral económico superado.
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Agua acondicionada (pH/dureza) y orden de carga respetado.
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Boquillas y presión dan tamaño de gota adecuado.
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Calibración al día (volumen/ha verificado).
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Horario/clima: HR > 50%, sin inversión térmica, viento controlado.
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Perímetros y polinizadores protegidos; comunicación a vecinos.
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MOA alternado respecto a la última intervención.
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Registros completos y monitoreo de eficacia planificado.
Integrar la fumigación al Manejo Integrado de Plagas (MIP)
La mejor aplicación es la que no hizo falta porque hubo monitoreo, rotación de cultivos, control de malezas hospederas, fechas de siembra oportunas y uso de biológicos. Cuando la aplicación es necesaria, la disciplina técnica de los puntos anteriores transforma la pulverización en una herramienta precisa, rentable y sustentable.
Evitar errores en fumigación no es un asunto de suerte sino de método. Dosis bien calculadas, horarios con criterio, agua acondicionada, boquillas correctas, calibración y respeto por el clima y la biología de la plaga son la diferencia entre “aplicar” y controlar. Cada hectárea ofrece una oportunidad para hacer las cosas mejor: registre, mida y mejore en la próxima pasada.