Mosca blanca: la diminuta plaga que amenaza cultivos y transmite enfermedades en los huertos

La mosca blanca es un insecto de apenas 1 mm que reduce la productividad de los cultivos y transmite enfermedades. Conoce sus riesgos y métodos sostenibles de control.

En la agricultura y la horticultura, pocas plagas generan tantos dolores de cabeza como la mosca blanca (Bemisia tabaci y otras especies). A pesar de su diminuto tamaño —apenas 1 milímetro—, este insecto es capaz de provocar pérdidas considerables en la producción agrícola al debilitar las plantas, disminuir su productividad y, lo más grave, transmitir múltiples enfermedades virales.

Su apariencia es característica: posee un cuerpo de color blanco polvoso, alas traslúcidas y suele encontrarse en el envés de las hojas, donde se concentra para alimentarse de la savia de las plantas. Aunque individualmente puede parecer insignificante, cuando las colonias aumentan, los daños se vuelven rápidamente visibles en el huerto o cultivo.

Daños directos e indirectos

La mosca blanca se alimenta perforando los tejidos vegetales para extraer savia, lo que genera debilitamiento progresivo de la planta, amarillamiento de las hojas, crecimiento reducido y caída prematura del follaje. Además, al excretar sustancias azucaradas, favorece el desarrollo de fumagina, un hongo negro que cubre las hojas e interfiere en la fotosíntesis.

El daño indirecto más grave, sin embargo, es su rol como vector de enfermedades virales. Diversos virus transmitidos por la mosca blanca afectan a cultivos hortícolas de gran valor económico, ocasionando pérdidas que pueden ser irreversibles si no se controlan a tiempo.

Cultivos más afectados

Este insecto tiene un amplio rango de hospedantes y puede encontrarse en hortalizas, ornamentales y frutales. Entre los cultivos más afectados destacan:

  • Jitomate o tomate

  • Berenjena

  • Calabaza

  • Pepino

  • Flores ornamentales como la nochebuena y la jamaica

La gran variedad de plantas que puede infestar convierte a la mosca blanca en una de las plagas más difíciles de erradicar, pues siempre encuentra un nuevo cultivo donde establecerse.

Métodos de control sostenible

El control de la mosca blanca requiere una estrategia integral, combinando medidas físicas, biológicas y culturales. Entre las principales opciones se destacan:

  • Trampas cromáticas amarillas: la mosca blanca se siente atraída por el color amarillo, lo que permite atraparla y monitorear sus poblaciones.

  • Agua con jabón biodegradable: aplicada sobre el envés de las hojas, ayuda a reducir la cantidad de insectos presentes sin dañar la planta ni el medio ambiente.

  • Enemigos naturales: fomentar la presencia de depredadores naturales es una de las formas más efectivas de control biológico:

    • Catarinas (Coccinellidae)

    • Crisopas (Chrysoperla carnea)

    • Escarabajos depredadores (Orius sp.)

    • Avispas parasitarias (Encarsia sp.)

Estas especies se alimentan de huevos, larvas y adultos de mosca blanca, contribuyendo a reducir sus poblaciones de forma natural.

Prevención y monitoreo

Para reducir el impacto de esta plaga es fundamental la detección temprana. Los agricultores deben revisar regularmente el envés de las hojas, especialmente en cultivos jóvenes, y utilizar trampas cromáticas como sistema de alerta. Asimismo, mantener los huertos libres de malezas y restos vegetales ayuda a disminuir refugios para la plaga.

La rotación de cultivos y la diversificación agrícola son también prácticas recomendadas para evitar que la mosca blanca encuentre condiciones óptimas de reproducción en un mismo lugar durante largos periodos.

Una plaga persistente, pero controlable

La mosca blanca, aunque pequeña, es capaz de causar grandes problemas en la agricultura. Sin embargo, a través de estrategias sostenibles de manejo integrado de plagas (MIP), combinando control biológico, prácticas culturales y métodos simples como el uso de trampas y jabón biodegradable, es posible mantener sus poblaciones bajo control sin comprometer el ambiente ni la salud de los consumidores.

El desafío radica en la constancia y monitoreo: cuanto antes se detecte su presencia, más fácil será evitar daños significativos en los cultivos. Con conocimiento y acción preventiva, esta plaga puede dejar de ser un enemigo silencioso para convertirse en un problema manejable.

Agradecemos a la Cámara Paraguaya de Controladores de Plagas por la idea inicial que inspiró la elaboración de este material informativo.



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