Áfidos o pulgones: la silenciosa plaga que amenaza a los cultivos y cómo controlarla de forma sostenible

Los pulgones son plagas diminutas pero peligrosas que afectan a más de 250 cultivos. Conoce sus características, daños y métodos de control ecológico y biológico.

En el universo agrícola, existen enemigos invisibles a simple vista que pueden comprometer la productividad de los cultivos y generar grandes pérdidas económicas. Entre ellos se encuentran los áfidos o pulgones, diminutos insectos que, pese a su tamaño reducido —entre 0,9 y 3 milímetros—, representan un desafío constante para agricultores y horticultores de todo el mundo.

Se han descrito más de 4.000 especies de pulgones, aunque alrededor de 250 son consideradas plagas de importancia agrícola. Estos pequeños insectos presentan una gran diversidad en sus formas y colores: pueden ser verdes, blancos, negros o incluso rojizos. Algunas especies poseen alas, lo que les permite expandirse rápidamente a nuevos cultivos, dificultando su control.

Características y ciclo de vida

El rasgo más distintivo de los pulgones es su aparato bucal succionador, especializado en extraer la savia de las plantas. Esta alimentación constante debilita el tejido vegetal y ocasiona que las hojas se deformen, se enrollen o adquieran tonalidades amarillentas. La presencia de pulgones suele detectarse en el envés de las hojas y en los puntos de crecimiento, donde encuentran un flujo abundante de nutrientes.

Su ciclo de vida es sumamente eficiente: pueden reproducirse tanto de forma sexual como asexual, lo que les permite generar colonias masivas en poco tiempo. Bajo condiciones favorables, una sola hembra puede dar origen a cientos de descendientes en cuestión de semanas, convirtiendo una infestación localizada en un problema generalizado.

Cultivos más afectados

Los pulgones son plagas polífagas, es decir, pueden atacar a un amplio rango de especies vegetales. En la agricultura y horticultura son comunes en hortalizas como lechuga, jitomate, berenjena, coliflor, espinaca, chile, kale y muchas otras. También afectan a plantas ornamentales, frutales y a distintos cultivos extensivos.

Más allá del daño directo que ocasionan al alimentarse de la savia, los pulgones representan un riesgo fitosanitario aún mayor al actuar como vectores de virus y enfermedades. Se estima que transmiten más de un centenar de virus vegetales, algunos de ellos responsables de pérdidas considerables en la producción agrícola mundial.

Métodos de control: del jabón a los enemigos naturales

El control de pulgones ha evolucionado hacia estrategias más sostenibles y menos agresivas con el ambiente. Una técnica sencilla y accesible es la aplicación de agua con jabón biodegradable en el envés de las hojas. Esta solución, aplicada en horas de menor radiación solar (muy temprano por la mañana o al final de la tarde), ayuda a reducir la población sin dañar la planta ni afectar al medioambiente.

No obstante, una de las armas más eficaces contra los pulgones son sus enemigos naturales, que forman parte de un equilibrio biológico que el agricultor puede aprovechar:

  • Catarinas (Coccinellidae): conocidas como mariquitas, son voraces depredadoras de pulgones.

  • Crisopas (Chrysoperla carnea): sus larvas se alimentan intensamente de colonias enteras de pulgones.

  • Moscas depredadoras (Aphidoletes sp.): sus larvas atacan directamente a los áfidos.

  • Avispas parasitoides (Aphelinus abdominis, Aphidius colemani, Aphidius ervi): insertan sus huevos dentro de los pulgones, controlando así sus poblaciones de manera natural.

El uso de controladores biológicos no solo reduce la dependencia de insecticidas químicos, sino que además promueve sistemas agrícolas más resilientes, alineados con las prácticas de agricultura sostenible y manejo integrado de plagas (MIP).

Importancia del monitoreo constante

La clave para enfrentar eficazmente a los pulgones radica en la prevención y el monitoreo temprano. Identificar a tiempo la presencia de colonias iniciales permite aplicar medidas inmediatas y evitar que la plaga se expanda. Los agricultores y productores deben revisar regularmente el envés de las hojas, los tallos jóvenes y los brotes de sus cultivos.

El uso de trampas amarillas, el establecimiento de franjas de cultivo con plantas atractivas para depredadores y la diversificación agrícola son prácticas que contribuyen a disminuir la presión de infestación.

Una amenaza silenciosa pero controlable

Aunque diminutos, los pulgones son responsables de pérdidas significativas en la agricultura mundial. No obstante, con la combinación adecuada de prácticas sostenibles, uso de enemigos naturales y educación agrícola, es posible mantener bajo control a esta plaga sin recurrir a métodos agresivos que dañen el ambiente o la salud humana.

Los áfidos son un ejemplo claro de cómo la naturaleza provee sus propias soluciones y de cómo la innovación en técnicas de control puede asegurar una agricultura más productiva y respetuosa con el entorno.

Agradecemos a la Cámara Paraguaya de Controladores de Plagas por la idea inicial que permitió desarrollar y enriquecer este material informativo.



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